Tu sexo,
una mariposa negra.
Y no hay metáfora:
entró por la ventana
y fue a posarse
entre tus piernas.
-Francisco Hernández
Yo viajo todos los días. Instalada en el más común de los lugares comunes, puedo decir que lo hago cada noche al tomar mi libro y convertirme, al menos por unos minutos, en otra. Disfrazada he descubierto rincones de ciudades que mis ojos no han visto, desde Alifbay hasta Zemrude. He caminado con Auster por las calles de Nueva York, me he maravillado con los relatos de los habitantes de Comala, he volado con El Principito de planeta en planeta y he corrido sin cansarme la larguísima distancia que hay entre la Tierra de Nunca Jamás y el País de las Maravillas.
Además de la sonrisa de mi madre, no hay nada que atesore más que esos recorridos. Es por eso que decidí dedicar este espacio a ellos, en un intento por compartir aquello que, de cierto modo, le da sentido a mi vida. Bienvenidos. Estoy segura que siempre habrá alguien dispuesto a empacar sus maletas y emprender el viaje conmigo.
Además de la sonrisa de mi madre, no hay nada que atesore más que esos recorridos. Es por eso que decidí dedicar este espacio a ellos, en un intento por compartir aquello que, de cierto modo, le da sentido a mi vida. Bienvenidos. Estoy segura que siempre habrá alguien dispuesto a empacar sus maletas y emprender el viaje conmigo.
1.29.2009
1.23.2009
I once had a girl / Or should I say, she once had me
El amor incondicional, el dolor que implica convertirse en adulto, la culpa y el sexo -con todas sus posibles combinaciones- son los ingredientes principales de Norwegian Wood. Escrita por Haruki Murakami en 1987, dicha novela toma prestado su título, y más, de la famosa canción de los Beatles.
Toru, el protagonista, tiene solamente 18 años cuando -sin demasiado entusiasmo- llega a estudiar drama a Tokio, en donde empieza a vivir en un dormitorio estudiantil lleno de muchachos, latas de cerveza, cigarros y posters de mujeres desnudas. Su tiempo se divide entre sus clases, la biblioteca y sus intentos por lidiar con el aburrimiento. Todo cambia cuando se topa con Naoko, la novia que su mejor amigo Kizuki abandonó al suicidarse cuando cumplió 17 años. Este encuentro remueve en Toru y Naoko arenas frágiles que no habían sido tocadas desde la muerte de Kizuki: es una especie de encuentro con su irreversible ausencia. Enredada, intensa y llena de recovecos, su amistad empieza a fortalecerse hasta llegar a un punto de no retorno, que no revelaré, el día del cumpleaños número 20 de Naoko.
Es entonces cuando Naoko, abrumada y confundida, cambia su agitada vida en Tokio por una más tranquila en un sanatorio apartado de la civilización. Toru, desesperado, le escribe cartas todos los domigos, que ella contesta ocasionalmente. Su mente a menudo está con Naoko, pero es la segunda mitad de la década de los 60 y la vida en la universidad sigue su curso de manera implacable, y con ella los bares, la biblioteca y las chicas.
Un día caluroso, Midori se hace presente -y con ella la fuerza de un huracán- en la vida de Toru. Al contrario de Naoko, es una mujer desenvuelta, curiosa y llena de vida. El dilema empieza a dibujarse: por un lado, la pasión oscura y contenida de Naoko, por el otro, el enamoramiento tornasol y decidido de Midori. Finalemente, como en toda gran hsitoria, el dilema no se resuelve claramente. Queda un bosque, una melodía y el recuerdo eternamente suave de la piel de una mujer.
En mi buró: Wind-Up Bird Chronicle.
1.14.2009
Pantalón blanco y vestido corto de florecitas de colores
El luto no se lleva en la ropa //
Lejos de llevarse en la ropa //
A quién se le ocurre que el luto pueda llevarse en la ropa //
El luto se lleva en ________.
En el paso lento al doblar la esquina o desdoblarla
en el sabor ______ del pan por las mañanas
en la poesía seca o trunca o mutilada
y en lo negro de un corazón que late con repugnante culpa.
- Z
Lejos de llevarse en la ropa //
A quién se le ocurre que el luto pueda llevarse en la ropa //
El luto se lleva en ________.
En el paso lento al doblar la esquina o desdoblarla
en el sabor ______ del pan por las mañanas
en la poesía seca o trunca o mutilada
y en lo negro de un corazón que late con repugnante culpa.
- Z
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